Marcelo Arce: «De Mozart a Spinetta»
Marcelo Arce: «De Mozart a Spinetta»
El “maestruli” vuelve a Santa Fe. En la primera de las dos visitas que realizará este año, abordará la vida y obra de ambos genios musicales.
Marcelo Arce descubre y describe a los mejores músicos del planeta. Este año visitará la ciudad de Santa Fe en dos oportunidades: la primera será el viernes 4 de mayo, a las 20.30 hs. en el Centro Cultural Provincial Francisco “Paco” Urondo (Junín 2457), dependiente del Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia. La otra será el viernes 14 de septiembre.
En este primer encuentro, presentará “De Mozart a Spinetta”, dentro del marco de su magistral ciclo “Clásico y Moderno”. Con su particular estilo, Arce brindará un panorama de la música de ambos genios, conectando momentos de géneros y estilos diferentes.
Se podrá apreciar la gran poesía y la especial música de Luis Alberto Spinetta y los especiales contactos con obras clásicas -que fueron populares en su tiempo-, partiendo de “Amor de Primavera” o “El Rebaño del Pastor” hasta llegar a “Laura va” o “Muchacha ojos de papel”, directos espejos del Renacimiento.
El compositor clásico preferido de Spinetta cerrará el espectáculo que, gracias al arte de ese compositor, promete ser colorido, rítmico, pujante y alegre, entre música, sentimiento e historias se fusionan para darnos breves, pero grandes momentos.
Las entradas se encuentran a la venta en boletería del Centro Cultural Provincial, de lunes a viernes de 14 a 21 hs. El valor será de $ 350. Estudiantes, jubilados y amigos del CCP: $ 300. Anticipadas: $ 300 y $ 250 respectivamente. Abono para dos funciones (la próxima será en setiembre): $ 500 y $ 400.
Clásico y moderno
Desde 2007, en distintas salas y teatros de Capital e interior, con masiva convocatoria, Marcelo Arce presenta sus espectáculos en el ciclo «Clásico y moderno» desde hace 25 años, con éxito de crítica y público. Y siempre con cambios, novedades. De manera diferente y adecuándose a los espectadores. Ha encontrado otra manera de acercar a la música, confluyendo generaciones.
Se descubren innumerables puntos de encuentro entre lo popular y lo clásico, lo moderno y lo académico. Entre el jazz y el barroco, entre el rock y el romanticismo, entre el tango y el modernismo, etc. demostrando las conexiones entre la música clásica y otros clásicos de la música universal, combinando distintos estilos y géneros. Incluso, páginas célebres de los clásicos remixadas por el jazz o el rock. Por ej.: un Concerto barroco armado con temas de Los Beatles. O ellos en un ensayo de voces solas: esta rareza es uno de los puntos culminantes de la función, explicando la impresionante técnica que poseían.
Igual sucede con Queen, después de apreciarlos en la pantalla cantando junto al resto del Grupo Queen y la Sinfónica de Londres, la Diva Montserrat Caballé y el genial Freddie Mercury en el tema que compuso especialmente para que refleje un dúo de ópera verista: How Can I Go on Live (¿Cómo puedo seguir viviendo?).
Y entre las rarezas, un Concierto para piano y orquesta, Nº 23 de Mozart, resurge en la misma obra -cuya partitura quedó incompleta, sólo está el enternecedor Adagio- que Wolfgang escribió por encargo de un turco -recordemos que Viena estuvo sitiada muy cerca, rodeada, por los turcos.
Convivían. Entró el café y se hizo célebre el “café vienés” y hasta Sofía, la cuñada del niño prodigio gigante de la Historia, se casó con Abdul Haibl. Según dicen, experto en oud (futuro laúd), le encargó y pagó para que Mozart lo arreglara para agregar otro además del piano. El oud. ¿Por qué quedo inconclusa? Porque ese intérprete murió víctima de una epidemia. Allí terminó este original encargo.
El inmenso Gloria para 150 coreutas y orquesta que integran la Missa Solemnis de Beethoven, tendrá un paralelo en el Gloria de la Missa Luba, que es una adaptación de la misa latina pero basada cada parte en ritmos del Congo. El Gloria deriva del ritmo de Katanga.
La fantástica soprano Anna Netrebko resaltará con su aria en una impactante puesta de La Sonámbula de Bellinni. Aquí el paralelo exacto de “actuar con la voz” es Mina y un tema bárbaro donde ella se mimetiza con la gran orquesta sinfónica.
Chopin le confesó a Georges Sand que su obra más bella es la “Krakowiac” para piano y orquesta. Resaltamos que tocan con instrumentos de época y la posición del solista como se hizo en la Sala Pleyel del estreno. Y el piano solista es el de Chopin.
Entre otras joyas, Édith Piaf demostrará su arte con “Himno al amor” y “La vie en Rose”. Pero, a través de un clip especial, se fusiona con planos de orquesta clásica y el “ensamble de salón” de su París de entonces. Luego se unirán, como retroalimentándose, el famosísimo y melancólico movimiento Largo de la Sinfonía Nº 9 “Del Nuevo Mundo” de Antonin Dvorak, con uno de los Negro Spirituals que Dvorak escuchó en Iowa durante su primera estada como director de la Escuela de Música de Nueva York. Ese “negro spiritual” se refleja en el gigantesco coro de hombres negros, dos sopranos ya en el bronce como Kathleen Bates y Jessye Norman, que en este tema arrollador y rítmico sacan fuegos artificiales con las voces. Una va escalando encima de la otra hasta llegar a lo más agudo, como el vértice de una pirámide.
Llega una cumbre de la mano de Richard Wagner con la dirección de Barenboim. Pero es también otra rareza. Interpretan -seguramente en estreno- la versión del Preludio de Los Maestros Cantores de Nürenberg, que Wagner redujo, mucho después del estreno, para el Festival de Bayreuth. Y a Nürenberg, como en un sueño de gran colorido y enfáticos ritmos, la recrea el perfeccionista de Vangelis.
Puccini trae una canción de juventud -tan bella, que le reproduce en el tercer acto de La Bohème-. Se llama “Sol y amor”. La canta el grandioso Pavarotti…
Siempre original, virtuoso y aventurero, trazando toques grandes de vanguardia, el violinista David Garrett y la Filarmónica de Viena deleitarán con el aparentemente barroco y a la vez romántico Concerto Grosso que el compositor Karl Jenkins en 1995 dedica al arquitecto supremo del s. XVI, Andrea Palladio.
Maurice Ravel compone un Blues como segundo movimiento de su Sonata para violín y piano Nº 2, con la obvia influencia de su amigo George Gershwin, quien traerá al espectáculo tres minutos de perfección absoluta. Todos se van ese domingo a un picnic en Kitiwah, la isla cercana, con sus mejores ropas, con la enorme orquesta que exige la primera auténtica ópera negra: Porgy and Bess.
El inefable Louis Armstrong nos ofrecerá “Un Mundo Maravilloso” con su quinteto, pero se agrega la orquesta de otra grabación del mismo año, que nunca pudo registrar Armstrong y que allí quedó, sin su icónica voz.
Una leyenda sajona muy antigua conectará dos momentos fabulosos, creados por un lado por Richard Strauss y su sonido súper sinfónico. Y por otra parte, Los Beatles la convierten en uno de sus hits, tan emocionante como profundo.
Esencialmente se trata de descubrir la obra y saber qué describe, qué historia narra. Sin términos técnicos, en el modo más simple. Por eso Arce (que en 2018 cumple 43 años de trayectoria) insiste en su lema: “Estos espectáculos son para todos los que aman la música”. No deben “aprender ni memorizar ni apuntar nada”. Porque es un show.
Dijo La Nación: “Para muchos ha sido un personaje providencial, de esos pocos capaces de establecer en las vidas de las personas un antes y un después… Ya es un clásico imperdible… Él se ha convertido en uno de los grandes animadores culturales de Buenos Aires”. Mientras Buenos Aires Herald lo calificó como “The Music Man”, Clarín lo definió como “El divulgador” señalando: “Arce revela los códigos musicales”.